
Llega el otoño y al igual que los árboles se desprenden de las hojas secas, llega el momento de limpiarnos y liberarnos de todo aquello que ya no nos sirve en nuestro cuerpo y crear nuevas raíces.
Esta nueva estación es época de transformaciones, nuestro sistema nervioso tiende a desequilibrarse, por eso nos sentimos más inestables e inquietos.
Desde el plano físico, es necesario recuperar el orden, organizar nuestro cuerpo requiere trabajar la axialidad con sus ejes, sus pesos y sus apoyos.
Al orden se llega por el orden y a la axialidad por los pies. Los pies son el punto de partida, lejanos apéndices que por vivir contenidos han ido cediendo espacio a las contracciones y compensaciones.
Restablecer una buena pisada, significa activar un sistema reflejo del cuerpo y una actitud de conexión y confianza.
Trabajaremos la estimulación de plantas a través de la respiración y posturas de pie: guerreros, sillas, ranitas, etc. Estas asanas requieren sobre todo de una buena conciencia de apoyo. De ahí el cuerpo desencadena en reacción una alineación en proyección y alrededor de la columna vertebral, aportando claridad en nuestra propiocepción. Y así, desde la planta de mis pies extendida en el suelo, desde el talón a la punta de los dedos, me arraigo y crezco como los arboles más fuertes y altos, que llegan a ser así porque permiten que su raíces crezcan y profundicen.