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Psicología. Consejos para afrontar la cuarentena

Pic. Pexels
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La situación por la que estamos pasando es nueva para todos, por lo tanto se da un estado de incertidumbre, desconcierto e incluso de desolación. Este estado puede llevarnos a vivenciar todo tipo de emociones y sensaciones, unidas a estados físicos no agradables.

 

El miedo es una de las emociones que más pueda surgir en estos momentos, provocando ansiedad, angustia e inquietud.

La tristeza a su vez es otra de las emociones que pueden estar dando más la cara, ya que nuestras rutinas, actividades, aficiones y toma de contacto con el exterior se encuentra "bloqueado", parado. Por lo tanto, estas acciones que habitualmente realizamos, y que de algún modo nos causan bienestar y actúan como "barrera" de nuestras vivencias internas., por ahora ya no están.  Es entonces cuando nos enfocamos más en nosotros mismos y dejamos de lado actividades que nos resultan más "divertidas", y rutinarias.

 

El enfado, es otra de las emociones que está y sin darnos cuenta, puede aflorar ante el miedo y la tristeza, manifestándose de diferentes modos. Por ejemplo enfado con nosotros mismos, por no saber qué hacer o cómo hacerlo; enfado con los demás, sobre todo con los que están en casa y, aunque no tengan la culpa, no podemos o sabemos evitar, proyectar nuestra ira fuera contra ellos.

En primer lugar, quiero destacar que esta salida emocional es sana, es decir, el enfado hay que sacarlo, pero es importante tener conciencia hacia quién y cómo. Cuando estemo ante este tipo de situaciones, lo mejor es intentar buscar maneras sanas y que no nos afecten a nosotros mismos ni nos enfrenten a los demás.

 

También la alegría está presente, ¡claro!. Podemos no madrugar tanto, ir más despacio, sin prisa, dedicarnos a actividades que estaban aparcadas, tener tiempos lúdicos y sobre todo "conocer" y dedicar más tiempo  a los nuestros.

 

Hay más emociones y todas son saludables y válidas, y como las anteriores han de salir, de poder expresarse. Lo más importante es no juzgarlas, no evitarlas y sobre todo poder verlas como algo que es nuestro y aceptarlo como tal.

 

Para las personas que están en terapia, en diferentes tratamientos o seguimientos médicos, psiquiátricos, etc. estos momentos son complejos. La sintomatología puede acentuarse, agravarse, e incluso lo contrario. En estos casos es importante poder estar atentos, ser amables con nosotros mismos, es decir, no poner el juicio o la crítica hacia uno mismo porque esté sintiéndome "peor", ni dejar que lo hagan los demás.

 

Si me siento "peor", me siento más inestable, confuso, perdido, ansioso, obsesivo.... es normal. Todo parece estar parado y lo que antes era importante ahora tal vez no lo sea tanto, los apoyos que teníamos no están tan cercanos o del modo en que los necesitamos.

Atender al síntoma, escucharlo, preguntarse de qué nos está sirviendo, qué obtenemos de él, puede ayudar.

 

El síntoma tiene que salir, muchas veces es el modo que tiene nuestro cuerpo de hablar, cuando de otras maneras no le estamos escuchando. Así pues deja que salga, no le tengas miedo, pide ayuda y de nuevo, sé AMABLE contigo mismo, sientas lo que sientas está bien.

 

Hay diferentes cosas que se pueden hacer o plantear:

 

- Puedo dar salida a mis emociones, sensaciones, pensamientos, de manera corporal: bailar, cantar, moverse, golpear cojines, juegos de movimiento con los niños o solos, hacer ejercicio físico...

- De manera más creativa: pintar, usar arcilla, plastilina, cocinar, escribir,... deja que salgan las ideas aunque no tengan mucho sentido.

- Más cognitivas: estudiar, leer...

 

Estas son sólo alguna de muchas ideas o maneras sanas de poder "ir deshaciendo" el nudo emocional que se nos crea ante el día a día.

Sacar, expresar, aceptar, para poder elaborar "lo nuestro", lo propio y que deje de pesar.

 

SARA MARTÍN-PEÑASCO LÓPEZ-QUESADA

 

Psicóloga, M-26766